viernes, 1 de junio de 2007

"Árboles en fila para detener el avance del gigante de siete leguas": La unión por esfuerzos sensibles y bien dirigidos.

Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria...” Simón Bolívar. 6 de septiembre de 1815. Carta de Jamaica.


Desde una conversa muy fluida, esperada y esperanzada por el nuevo vuelo del canal de televisión TVes, comienza el lunes 28 un nuevo capítulo del Curso de Formación Sociopolítica.

En esta oportunidad las referencias sobre un Bolívar epistolar, un Bolívar en Jamaica acosado por la desolación del derrumbe de la Segunda República (1815), son actualizadas por la docente Elaine Centeno Álvarez en compañía de los que allí nos congregamos.

El temario en esta oportunidad contemplaba lo siguiente:

Proceso de integración latinoamericana y caribeña frente a la geopolítica y estrategia de la hegemonía del imperio norteamericano en América Latina y el Caribe (caso venezolano).
Fundamentos filosóficos de una nueva sociedad.
Contenido:
1. Introducción: Carta de Jamaica y Congreso Anfictiónico
2. El Mercado como estrategia de “integración”: Caso ALCA/IRSA y TLC
3. De la integración energética a la integración política
4. De “Nuestra América” de José Martí al ALBA.

De la conversa partieron nuevas ideas, nuevos brotes, imaginarios que exponen su pecho abierto para sabernos y para entendernos en este país que ahora construimos.

Desde las lecturas a la Carta de Jamaica iniciamos una travesía sobre los contextos que probablemente habrán suscitado esas angustias del Padre Libertador cuando exponía a Henry Cullen (ciudadano de Jamaica) las razones de la caída de la Segunda República y donde se señalan las causas fundamentales del movimiento emancipador a partir de una crítica al sistema colonial imperante. En esta tertulia ofrecida por Elaine, hilamos desde sus notas, la preparación estratégica del Congreso Anfictiónico a celebrarse en Panamá.

Repasar estas necesarias acciones, históricas hazañas, en procura de la integración de las florecientes repúblicas son vitales para enriquecer la convicción anti imperialista que nos define como nuevo país que apuesta por la creación de un mundo multipolar, ajeno a hegemonías e inmorales valores que orbitan el oropel y la farsalia.

Bolívar prefigura el tema de la unidad latinoamericana, posteriormente Mariátegui y Martí en sus momentos, desde su poesía y sudor, desde sus angustias y búsquedas colectivas cristalizarán un discurso que hace converger a ese Bolívar padre con las necesarias convicciones espirituales, de fondo, que toda independencia plena ha de asumir.

La raíz negra, " el costado indio" por citar al poeta Gustavo Pereira, por sobre las imprecisiones y la parálisis que genera el discurso sobre lo "mestizo" como hibridización que confunde antes que emancipar.

De la resistencia poética a la necesidad de vernos reflejados en un continente surcado por diversidades y coloridas expresiones es que surge este anhelo por releer a Bolívar y Martí.

Nuestra América (1891) habla de los hombres reales, del hombre y mujer sinceros inmersos en el dolido espacio que llaman América. De allí que en pleno siglo XXI, en plena construcción oír, leer la gigante frase: "reconocer es resolver" invita a acicalar la mirada hacia lo cotidiano, hacia la porfiada manera de ser originales y hermosamente diversos.

Desde el vuelo emprendido hacia una nueva manera de comunicarnos, pisando como país nuevos terrenos donde construir tanto anhelo pospuesto, este lunes 28 de mayo no es casual que convoquemos a Bolívar a dialogar y que en nuestros esfuerzos por verle aparecer hecho luz, también se apersone hecho pájaro de agua, el bello Martí de la bella Cuba donde crece la palma.

La integración de almas para hacer añicos este desdén por lo nuestro y así, en el gerundio del crecimiento, seguir adivinando y sudando las certezas que tantos anhelan.

El salto hacia el siglo de los agites y los desvelos no fue duro. El vuelo nos trae a procesos de integración inéditos. Refulgen los movimientos sociales de Nuestra América y los hombres y mujeres sinceros florecen con perfumado color. El ALBA como alternativa contraria a la muerte asfixiante que fue el ALCA avanza por sendas coloridas, sin embargo, decimos con Esperanza Martínez, untados de reflexión crítica, que "ALBA que trae luz no se puede centrar en la oscuridad del petróleo".

Para que las integraciones sean las de los pueblos que amasan maíz y siembran la mandioca. Para que las integraciones huelan a páramo y a cóndor, repletas del color costero, pacífico y atlántico. Integrados desde los ritmos y las gestualidades. Diversos.

Para que las venas abiertas se curen y ya no abunden las mega infraestructuras que desdibujan ríos para hacerlos hidrovías, que penetran selvas cerradas para abrirlas de gasoductos.

Una América grande en su honor antes que por sus riquezas gasíferas, petroleras y mineras.
Una América para la música, para el descubrimiento cotidiano, para la caligrafía colectiva.

Invito, en el ánimo de seguir descifrándonos desde Bolívar y Martí, a revisar este texto tomado de la red, más en específico, de la página electrónica cubana: Pinar del Río Guerrillero:

Bolívar cabalga por América y Martí actualiza sus discursos

Por Ramón Brizuela Roque

Tan separados en el tiempo hoy se juntan el eco de los cascos y el bramar de los lanceros en el llano, con el verbo ardiente y las cargas de machetes mambíses: Simón Bolívar y José Martí coinciden plenamente en América, está en marcha la segunda gran revolución continental.

Del Río Bravo a la Patagonia se alzan las masas oprimidas, porque en sus corazones vibran las palabras del Apóstol, que dijo: ¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!

Obras del pintor pinareño Dausel Valdés

El Maestro, como también se conoce a nuestro Héroe Nacional, vislumbró en su momento el futuro de América, no por gusto escribió: “No hay proa que ataje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final a un escuadrón de acorazados.

Los pueblos que no se conocen han de darse prisa por conocerse, como quienes van a pelear juntos...”

Ahora, en los albores del siglo XXI, las ideas martianas y bolivarianas se juntan en las condiciones objetivas enraizadas por el imperialismo y enriquecidas por los revolucionarios de hoy, como Fidel Castro y Hugo Chávez, depositarios de las ideas de ambos libertadores.

Ya no es combate de lanza y machete, es enfrentamiento de ideas como cada vez reitera Fidel; es unirse para la acción; es dividir riquezas para progresar. Los ejércitos de hoy no son las largas filas de llaneros, no son las cargas mambisas, no son las divisiones aerotransportadas, son el ALBA, Petrocaribe, Telesur, Misión Milagro, sistemas de integración que prometen más libertad que la aportada por las armas.

Las bombas, los cañones y los cohetes enemigos pueden matar a los hambrientos, pero no matarán el hambre; podrán matar a los enfermos, pero no a las enfermedades.

En el histórico documento Carta de Jamaica, hace 190 años, Simón Bolívar expresa: “...el velo se ha rasgado y hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas: se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos”. Estos principios, referidos a España, son como si se le dijeran hoy al imperialismo norteamericano.

Su ideal integracionista lo llevó a escribir: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria...”

“Seguramente –añadía - la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra generación. Es la unión ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos”.

El Libertador que tuvo que enfrentar a la Doctrina Monroe, sabía del peligro que representaba para las repúblicas de América el imperio norteamericano, por eso lo dejó escrito para las futuras generaciones, aunque no fue hasta época reciente que los suramericanos lo entendieron.

Hugo Chávez sí comprendió el mensaje, muy claro y vigente para hoy, porque Bolívar recordó: “Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el Estado es débil, y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan; las opiniones se dividen, las pasiones se agitan y los enemigos las animan para triunfar por ese fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos preste protección, se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria...” Un análisis detenido de ese párrafo nos muestra a la Venezuela actual.

Lo mismo ocurría en el Caribe, cuando José Martí escribió su artículo Nuestra América, donde aseguraba: “Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petrimete y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España...”

Efectivamente éramos así, hasta que un buen día triunfó la Revolución cubana y revindicó todas las luchas frustradas del continente. Hasta que un Guerrillero del mundo proclamó: “Esta gran humanidad ha dicho basta y ha echado a andar, y su marcha de gigantes no se detendrá”.

Las ideas independentistas de Bolívar y Martí fueron enriquecidas con la táctica y la estrategia de Fidel Castro, ahora sazonadas de manera muy criolla por Chávez, con una prédica revolucionaria constante que no se apoya en las armas, más que para defender las conquistas, sino en el terreno del pensamiento y que en Cuba, hemos de llamar Batalla de Ideas.

La Batalla de Ideas no es sólo construir, es cambiar todo lo susceptible de ser cambiado, es la defensa de las conquistas, es avanzar sin hacer concesiones al enemigo, es formar a un hombre nuevo, es compartir no lo que nos sobra, sino todo lo que tenemos.

Cuba y Venezuela son un ensayo de esa gran nación que soñaron Bolívar y Martí, que poco a poco arrastrará a las grandes masas de desposeídos y los irá dotando de dignidad y soberanía.

Los ejemplos son palpables, los tenemos en las escuelas Latinoamericana de Medicina y la de Deportes, en la Misión Milagro que devolverá la visión a millones en el continente, en el compartimiento del petróleo entre países hermanos y, de manera especial, tenemos el caso de Villa Bolívar, en Sandino, donde la solidaridad hizo lo que no puede toda la riqueza del mundo.

Indudablemente queda mucho por andar, sólo se dan los primeros pasos y hay que volver a Martí, que en el cierre de su histórico artículo periodístico aquí citado, puntualizó:

“¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las Islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!”

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Adjunto imágenes de este día conversado, tejido por todos.





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